El otoño me pone un poco triste, pero cuando duermo me transporto a un lugar lejano y diferente, donde vivir una aventura.
Estoy en un bosque y la luna es tan grande que lo ocupa todo.
A lo lejos un padre enseña a su hijo la grandiosidad de esta luna llena, plena, que todo lo inunda y me deja seguir soñando.
Poco a poco se va alejando, dejando una estela de colores y me quedo en el bosque llamando a las hadas.
Ellas me comprenden.
Canto y bailo con ellas, pasamos horas maravillosas
Y agotada, me quedo durmiendo en la espesura del bosque.